28 febrero 2016

El resultado de la preguntita de Sánchez

Ya se sabe el resultado de la preguntita. Una pregunta hecha de tal forma que difícilmente se podía decir no, preparada para ganar, para gustar a los barones, dispuesta para auto-avalarse. Porque, ¿cómo se puede contestar no a una pregunta en la que se pide que se apoyen los pactos que hace el líder del partido? Eso sí, sin decir qué pactos –engañaban diciendo que era posible que otros partidos se adhirieran--, para obtener un cheque en blanco y sin citar a la parte contratante: Ciudadanos.

Y lo que ha ocurrido es lo que se estimaba. Una mayoría de síes de los votantes, pero con una abstención muy alta. Después de vista la pregunta –ya lo escribí en un artículo anterior--, la gran oposición era la abstención, pasar del tema, hacerse el longuis. Votar no para muchos militantes era ir en contra de los pactos del PSOE en general, o hacer demasiada oposición a su partido.

Por mucho que se empeñen los popes socialistas de Ferraz, el resultado ha sido decepcionante. Una pregunta vacía de un acuerdo con la derecha, preparada para contentar a los distintos barones no podía tener otro final.

Han votado sólo el 52% de los militantes (15 puntos menos que en la primarias, cuando se está jugando una investidura y un posible gobierno) y de ellos, han dicho sí el 79%. Total que si tenemos en cuenta los dos datos, resulta que sólo el 41% de los socialistas han dicho sí a Pedro Sánchez. Pues nada, ellos tan contentos y celebrándolo.
Entiendo que desde sus propios militantes le están haciendo pagar la traición de pactar con la derecha, de olvidar puntos fundamentales, de prohibir la palabra derogar (al final han hecho algún cambio, pero no han derogado ninguna ley de las que estaban previstas en su programa). Era previsible.

Y con estos mimbres pretende hacer el cesto de la investidura. Mañana los barones y la dirección dirán sí –que para eso, Pedro, lo ha preparado todo— y directamente se irá a estrellar el 2 y el 5 en el Congreso, donde le darán un rotundo palo, salvo sus amigos de C’s, a los que ha vendido su alma socialista (suponiendo que la tuviera), por un improbable sillón presidencial.

No hay muchas excusas. La alta abstención es una negativa rotunda. No es como en unas elecciones generales, donde hay una abstención estructural, por lo tanto, es gente que no ha querido votar, ¿por qué? Todos los militantes están localizados y el momento era crucial. La única respuesta posible es que no estaban de acuerdo y que no han querido hacer daño a su partido votando no.

Hace dos días, leía en Facebook unos comentarios entre dos militantes socialistas. Uno le decía al otro: yo votaré sí, por disciplina, aunque no me gusta pero no puedo votar no. El otro decía, pues yo, también por disciplina y por no querer hacer daño al partido, no votaré, no daré mi aval a este acuerdo con la derecha, aunque tampoco haré daño votando no.

Desde luego, siguiendo un poco Facebook o Twitter se puede uno dar cuenta de cómo sus propios militantes tenían grandes dudas o estaban en contra. Eran pocas las adhesiones inquebrantables.

En fin, en una semana se cerrará el círculo del fracaso. Esperemos que la derrota les haga recapacitar, sabían que no era posible el acuerdo y a pesar de ello, han insistido. ¿Por qué? Bajo mi punto de vista, han querido poner en el centro de la escena mediática un candidato con el peor resultado de la historia del partido, y tenían que jugar fuerte. Lo que ocurre, es que si después la cosa termina mal, se pueden encontrar con el vacío.

La solución al disparate Sánchez, en una semana. Luego, empezará la cuenta atrás. Ojalá que los poses den paso a una verdadera voluntad de acuerdo de izquierdas, una oportunidad que Sánchez ha tirado por tierra en el primer set, pero sigue el partido.


Salud y República 

1 comentario:

Genín dijo...

Sarna con gusto no pica ¿No? :)
Salud