27 diciembre 2006

La pena de muerte. Sadam y Bush

Hoy se ha sabido que la pena de muerte de Sadam Husein ha sido confirmada por la Corte Suprema Iraquí y que la misma se ha de ejecutar --nunca mejor dicho-- en el plazo de 30 días.

Las reacciones han sido diversas. Por un lado, la Unión Europea ha condenado de forma ligera la pena de muerte como tal (a sabiendas de que lo que digan es testimonial). Por otro lado, Estados Unidos, encabezados por su ínclito presidente Bush, ha mostrado su aprobación a tal medida. Que Europa está en contra de la pena de muerte es bien sabido y que los yankis tienen una querencia especial por la misma también.

No debería haber nada especial en condenar la pena de muerte en cualquier lugar y circunstancia, por ello parece increible que haya otras penas de muerte que pasan casi desapercibidas. Por ejemplo las de hace tres días en Japón. O las que se producen en distintos Estados de USA, cada dos por tres. Y sin embargo, no vemos que la Unión Europea diga ni pío.

Ahora bien, cuando el condenado es Sadam la situación se hace especial. Aprovechándose de la notoriedad del personaje Europa la utiliza como altavoz para hacerse la digna y lanzar mensajes inocuos en contra de la pena de muerte. Por el otro lado, Bush y su gobierno, no sólo están de acuerdo sino que manifiestan su alegría por tal hecho, puesto que piensan que acabado el perro puede terminar la rabia y, sobre todo, intentan justificar una invasión injustificable, igual que un niño: "lo veis, lo veis, era muy malo..."

Ya está bien. La pena de muerte debe acabar. En cualquier lugar o circunstancia . Y si la U.E. quiere hacer algo, que deje de lanzar cómodos mensajes de desacuerdo que no sirven para nada y proponga acciones en su contra, llevando resoluciones serias a la O.N.U., por ejemplo, aunque se las vete Bush, el genocida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Después tuvimos que soportar la indignidad de la ejecución y su filtración a través de teléfonos móviles.

Ea! Ya está vengado el daño que le hizo a su papá, se regocijaba el infame.